Desde que en 1912 se hundiera el Titanic
se han escrito incontables artículos en prensa y se han filmado
multitud de películas que intentan describir el horror que durante más
de dos horas allí se vivió. Entre los supervivientes encontramos a una
joven y humilde camarera que los caprichos del destino quisieron que se
encontrara presente en tres de los más sonados naufragios de la época,
los tres mejores transatlánticos de la naviera White Star, los tres
mejores barcos construidos hasta entonces. Pero lo que hace aún más
sorprendente su vida es que de los tres salió con vida.
A principios del siglo XX la aviación
comenzaba a despegar (nunca mejor dicho), y el ferrocarril no podía
competir con los lujosos barcos que atravesaban desafiantes los océanos,
así pues, se construyeron el Olympic (1911), el Titanic (1912) y el Britannic (1916), los tres barcos
que antes hacía referencia, y aunque el segundo fuera el que más
impactara a la sociedad, no es ni de lejos el más catastrófico en
víctimas, este siniestro honor corresponde al Wilhehlm Gusloff, que se hundió en 1945 con más de 9.000 personas a bordo.
Si el hundimiento del Titanic representó
una lección de humildad en toda regla para sus constructores, nuestra
joven protagonista, Violet Jessop, se convirtió en un icono de supervivencia.
Una vida dura
Irlandesa de sangre, nació en 1887 en la
Pampa Argentina, tras huir sus padres de la miseria de la Irlanda del
siglo XIX. Era la mayor de nueve hermanos, muy creyente, y la primera
prueba que tuvo que afrontar sería una tuberculosis que superaría en
contra de la opinión de los médicos que la atendieron. Su madre
enfermaría y no le quedó más opción que ponerse a trabajar para sacar
adelante a su familia.
Con 21 años intentaría sin éxito que la
contrataran en la Royal Mail, y digo sin éxito porque entonces se
acostumbraba a contratar a mujeres más mayores de edad que ella, más
maduras, para atender a sus clientes. Lejos de abandonar en su intento,
Violet Jessop se vestiría en una entrevista con ropa vieja, sin
arreglarse ni maquillarse, y de esta forma, aparentando más edad, la
contrataron como camarera de los pasajeros de tercera clase.
Primer naufragio
Poco tiempo después, en 1910, decidiría entrar en la más prestigiosa White Star Line,
donde sería enviada al transatlántico Olympic. Allí trabajaría
diecisiete horas diarias cobrando un sueldo de dos libras y diez
chelines mensuales -al cambio actual unos siete euros- comida y cama
aparte. El 20 de septiembre de 1911, el barco chocaría con el crucero de
guerra británico HMS Hawke, cerca de la isla de Wight. Por fortuna
para ambos, el impacto no impidió que regresaran a la costa sin lamentar
pérdidas humanas, reparándose los daños poco después.
Segundo naufragio
En esos momentos la compañía naviera
buscaba personal para su barco insignia, el Titanic, y a pesar de que
Violet Jessop se encontraba a gusto en el Olympic, acabó por dejarse
convencer por sus familiares para formar parte de su tripulación. Será
entonces que embarcaría en Southampton para afrontar un nuevo reto en su
vida.
La noche del 14 de abril, tras cuatro
días de navegación, antes de irse a dormir saldría a cubierta para
respirar un poco de aire fresco. Poco después de meterse en cama oiría
un ruido que la despertaría. Tras levantarse oyó como daban la orden de
que todos subieran al puente. Al llegar pudo ver cómo las mujeres y los
niños se despedían de sus maridos y padres antes de dirigirse a los
botes salvavidas. Algunas eran reacias a subir así que un oficial
ordenaría a algunas mujeres de la tripulación, Violet Jessop entre
ellas, a que hicieran lo propio para dar ejemplo al resto. Mientras
accedía a un bote, un oficial la llamaría por su nombre para lanzarle un
bebé que a duras penas pudo coger.
Tras ocho horas en el mar, heladas,
horrorizadas por ser testigos de ese silencio atronador que iba
inundando la oscuridad, acabarían por ser rescatadas por el Carpathia.
Tercer naufragio
Tras el inicio de la Primera Guerra
Mundial se reconvertiría el transatlántico Britannic en buque hospital.
Violet Jessop sería movilizada como enfermera de la Cruz Roja. Mientras
surcaba el Egeo una mina provocaría que en menos de una hora se hundiera
causando 30 muertos, por fortuna en ese momento no llevaba heridos
evitándose una tragedia mucho mayor. Nuestra protagonista sería salvada
gracias a que pudieron cogerla por su cabellera cuando estaba siendo
succionada por debajo de la quilla, provocándole una leve fractura de
cráneo, causa de futuros dolores de cabeza en los años sucesivos.
Sus últimos años
Finalizada la Segunda Guerra Mundial
trabajaría de oficinista en tierra firme hasta que en 1948 volviera a
firmar un contrato con la Royal Mail para embarcarse, en esta ocasión,
sin incidencias.
Se retiró en 1950 a una granja de
Inglaterra, con sus recuerdos y experiencias vividas. En más de una
ocasión manifestaría que ciertos aspectos de algunas versiones
cinematográficas del Titanic no retratan lo que allí sucedió, como
cuando muestra a los pasajeros de tercera clase abandonados a la fuerza
tras puertas que impedían su acceso a la cubierta.
En 1971, un problema cardíaco sería el
causante de su muerte. Sus 84 años acumulaban una vida dura y muchas
desgracias a sus espaldas, pero su determinación y ganas de vivir la
convirtieron en ejemplo de supervivencia.
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